Como he comentado anteriormente, la endometriosis es una enfermedad inflamatoria crónica dependiente de estrógenos, que provoca dolor e infertilidad con una prevalencia del 0,5 al 5% en mujeres fértiles y del 25 al 40% en mujeres infértiles, suele haber una tasa de incidencia más alta en mujeres de 35 a 45 años en edad reproductiva.

Se considera que está relacionada con trastornos inmunitarios porque sus características son similares a las de las enfermedades autoinmunes, como la disminución de la apoptosis (muerte celular) , el aumento de los niveles de citocinas (respuesta inflamatoria).

El estilo de vida es un factor de riesgo extrínseco, la baja tasa de embarazo, el uso de anticonceptivos o el trabajo por turnos aumentan el riesgo de padecer la enfermedad. De hecho, se ha demostrado que el trabajo por turnos afecta la secreción de estrógeno y se ha asociado con alteraciones menstruales, así como con un mayor riesgo de endometriosis, de ahí la importancia de la crononutrición.

Al igual que las toxinas como los  2,3,7,8-tetraclorodibenzo -p -dioxina (TCDD), los hidrocarburos aromáticos y los disruptores endocrinos también aumentan el riesgo a padecerla.

Se produce un aumento de los niveles de macrófagos activados (células del sistema inmunitario (defensa)) y citocinas como las interleucinas (IL-6, IL-8, IIL-1β) (respuesta inflamatoria), el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y el factor inhibidor de la migración de macrófagos ( MIF), en el líquido peritoneal de las mujeres afectadas.

Se pueden observar mediante analítica sanguínea, varios biomarcadores inflamatorios como: proteína C reactiva (PCR), IL-4, TNF-α, proteína quimioatrayente de monocitos-1 (MCP-1), IL-6, IL-8, y regulado por activación, células T normales expresadas y secretadas (RANTES).

Papel de los estrógenos

Los estrógenos son las principales hormonas femeninas, tienen capacidad de regular el microambiente inferior femenino y un exceso puede provocar un aumento del espesor epitelial (tejido), regular los niveles de glucógeno, la secreción de moco y reducir de forma indirecta el pH vaginal al aumentar los Lactobacillus y el ácido láctico.

Los estudios han encontrado que el estrógeno puede inducir enfermedades proliferativas como la endometriosis, el cáncer de endometrio y el histeromioma al estimular la proliferación de células epiteliales genitales femeninas.

¿Qué importancia tiene la microbiota con la endometriosis?

En un estudio reciente de Bodil et al. (2020) compararon la microbiota intestinal entre pacientes con endometriosis y mujeres sanas controladas. Descubrieron que tanto la diversidad alfa como la beta habían cambiado. Y los niveles de Bacilli, Bacteroidia, Clostridia, Coriobacteriia y Gammaproteobacter difirieron entre el grupo de endometriosis y el grupo de control. El ratio firmicutes/bacteroides, Shigella y E. Coli se vieron aumentados.

Como he mencionado anteriormente, la endometriosis depende de los niveles de estrógenos. Los estrógenos se metabolizan en el hígado y es mediante la β-glucuronidasa y β-glucosidasa secretada por la microbiota que pueden reabsorberse y mantener así unos niveles adecuados. Bacterias como Bacteroid, Bifidobacterium, Escherichia coli y Lactobacillus, parece ser que son capaces de porducirlas, aunque son afirmaciones que todavía se encuentran en investigación.

De ahí la importancia de mantener una microbiota en eubiosis (equilibrio) ya que, como acabo de mencionar los estrógenos, parece ser que son regulados, mediante la reabsorción por procesos dependientes de microbiota.

Cabe recordar que aproximadamente, el 70% del sistema inmunitario se localiza en nuestro intestino, y que la mucosa intestinal es la mucosa más extensa e importante de nuestro organismo, por esa razón, me parece muy interesante en pacientes con endometriosis descartar cualquier disbiosis intestinal, prestar atención al estado de sus mucosas, si existe permeabilidad intestinal.

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